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sábado, 6 de noviembre de 2010

JODER CON LA MINA (Perdón por la expresión)

Mi afición por la bicicleta me ha llevado a practicar este deporte desde hace muchos años, aunque siempre me había inclinado por la modalidad de carretera. El grupo con el que salgo es el Capicua, antaño muy numeroso, pero ahora demasiado mermado. Será por la edad. El caso es que desde hace un par de años, en invierno, algunos de los que quedamos, hemos empezado a practicar el ciclismo de montaña.

Es una modalidad que a mi, personalmente, me enganchó desde el primer día, aunque las etapas siempre me han parecido muy duras, pero bueno, las vamos superando y reconsiderando. Las que al principio me parecían tan pesada ahora son más llevaderas, pero siempre encontramos otras más complicadas.

Una etapa que conocen todos los que practican esta modalidad de ciclismo es la que llamamos “La Mina”, en la Sierra de Espadán.

Existen varias versiones de la misma según la dificultad deseada; yo hasta ahora solo había llegado a ¾ de Mina, que ya me pareció demasiado, pero hoy, a alguien del grupo se le ha ocurrido que podríamos hacer la etapa entera, es decir por lo más duro, y... joder con la Mina.

Hasta lo que yo conocía, bueno...bien, lo hemos superado como hemos podido, pero la parte desconocida para mi, que no para el resto del grupo, ha sido terrible (tengo que perder peso). Con mis casi 90 kg , esas rampas se han hecho infranqueables y parte de las mismas las he tenido que hacer en coche (con el de San Fernando).

La verdad es que para los que han hecho bastante bicicleta, aunque hayan sido siempre de los menos fuertes del pelotón, el subir cuestas con una bicicleta de montaña, con todo el abanico de posibilidades de que disponen a la hora de elegir el desarrollo, no resulta demasiado pesado, el problema viene con la agilidad y sobre todo con la habilidad, y eso nos suele faltar a los que hemos hecho carretera.

Cuando en una de esas subidas, que más que subidas parecen paredes inclinadas, te encuentras con los surcos que se forman por el arrastre de la tierra por el agua, y tienes que ir esquivándolos pero transitas por piedras sueltas, acabas por tener que poner pie a tierra, y a partir de aquí a caminar, ya que es imposible volver a subir a la bici hasta que encuentras una zona más llanita.

De cualquier modo, lo importante es el ejercicio que hacemos, el almuerzo que nos pegamos y el regreso a casa que suele ser hacia abajo, lo que se disfruta un montón.

Ánimo a todos los ciclistas de montaña y a visitar “La Mina”. Si yo he podido, vosotros también.

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